La película narra la historia de cuatro
gatos que viven con una señora que tiene un fondo de pensiones jugoso, de esas
que untan el caviar en la tostada de telera de campo. Porque pueden.
Su mayordomo tiene recelo de los misifús porque sabe que en el momento
que la vieja diga “adiós muy buenas” a los gatos les ha tocado el euro millón. Esto
es debido a que los felinos están en la línea de sucesión antes que el
mayordomo, estos heredaran primero y al morir, el resto de la fortuna que no se
hayan fundido en whiskas y en caja de arena con estampados de zafiros, pasara
al mayordomo.
Un noble y generoso gesto de esa momia
decrepita el dejarle sus bienes a su siervo durante 50 años (Aquel que le
cambiaba los indasec húmedos), después de cuatro bichos con 7 vidas cada uno.¡28
vidas en total, tócate los huevos!
El abogado de la marquesa, otro viejuno mas
salido que Paco Martinez Soria en “El turismo
es un gran invento” da fe y redacta los deseos de su cliente en un
testamento. A mí, personalmente, me hace
pensar que estaba demasiado senil para ejercer la profesión o que se saco la
carrera de derecho copiando hasta las optativas.
A lo que nos precede, el mayordomo se lleva a
los gatetes por la noche, después de
haberle echado 48 tranquimacines en
la leche del desayuno.
Los monta en su choper y se los lleva a las
afuera de París. Porque no os lo he dicho, pero la acción transcurre en Francia,
París, la torre Eifel, los cabarettes: “Arsa,quillo,quillo, arsa, quillo,
quillo…” Ya me entendéis.
En una ciénaga, dos perros, uno andalúz y
otro de Vitoria Gasteiz, le tienden una emboscada al despechado mayordomo, haciendo
que este perdiera a los gatunos durante su huida. La dueña de las bola de pelos
se despierta en mitad de la noche y descubre que sus tesoros no están y entonces
el ratón de la casa se echa a la calle a buscarlo. ¡Dos cojones ahí, roquefort!
La familia de gatos sibaritas conocen a la
mañana siguiente a un gato callejero,
con más clase y mas “puto amismo” que Arturo Fernández. Sus intentos de ligoteo
y posterior coito detrás de los matorrales, con la gatita, se ven truncado con
la aparición de los hijos en escena, y lejos de recular como un buitre en una
discoteca cuando se entera que la piva está embarazada, se queda y los anima a
allanar el camión de un lechero bigotudo.
Durante su aventura de regreso a casa, se
topan con dos gansas marujas y los amigos comparsita del gato que iba con
ellos, que muy amablemente, los invitan a un ensayo para el día de mañana concursar
en el falla.
Cuando regresan a casa, al mayordomo se le
ponen los cojones de montera y tiene que pensar de manera rápida y quirúrgica.
Los mete en un saco, el saco en un baúl y, a su vez, pretende mandar el baúl a África. Los de Seur son algo caros pero qué diablos,
todo sea por una vida untando caviar en teleras de campo.
A partir de aquí la cosa se lía mas que una
noche de “tranquis” y como diría mi amigo Manquiña : “Hay hondonadas de hostias”
Te recomiendo la película por varios motivos:
1) Por si tu infancia se gesto en un
lavaplatos, carentes de juguetes, cariño materno, un video o una tele. Nunca es
tarde para verla.
2) El perro Andaluz, jefe encargado de organizar
y liderar las 13/14 a los viandantes que pululan por sus tierras. Simplemente,
colosal.
3) La gata tiene tres hijos. Una blanca, otro negro y otro color marrón. Dos de ellos tienen el mismo color que el gato trompetista y el gato que les acompaña. Yo no diga nada. *Coff,Coff PUTA*Coff,Coff
4) Hay una escena en que sale un ganso, tío
de las marujas anteriormente nombradas, que tras ser bañado en vino para que al
ser cocinado tuviera un sabor más “gueno”
acabó alcoholizado por culpa de un cocinero negligente.
Para mí este personaje es el fuerte de la película,
ya que apenas sale escasos 3 minutos pero es suficiente para saber que cuando
se va con sus “sobrinas” cada una de un lado, se va a montar el trió mas
salvaje, endogámico y aviar para celebrar su nueva adicción y que está vivo,
por supuesto.