Muy buenas bienmesabes, ¿Qué tal?
Bueno, bueno, bueno hacía tiempo que no me
dejaba caer por aquí, dejándoos al mismo tiempo sin lectura, contribuyendo al
triunfo de las tecnologías 2.0. Aquí, mientras escribo esto, en mi spotify
suena Paloma faifth-Upside Down. Llamadme
rebelde si quereis.
Volvemos con el mundo Disney, montado en un
caballo alado, con san jacobos por alas y esta vez lo hago de la mano de la última
que ha salido de ese estudio de mentes diamantadas, esculpidas en eyaculaciones
de oro. “Coco” No trata sobre ese monstruo que venía a llevarse a los niños que
no se comían las acelgas, según nuestros padres. Aviso.
La película va de una familia de zapateros de
Jalisco en los que no se escucha nada de música por lo que las suelas de los
castellanos la tienen que poner a pelo, sin escuchar cadena 100 ni ná. La cuestión
es que un simple tarareo produce rechazo y la abuela de la familia, si oye
pasar el afilaó soplando la flautita indicando que ya ha llegado por la puerta
su casa, se enajena, no ve y del babuchaso se la mete en el píloro. Negocio
arruinado.
El prota es un niño redondito de cara el cual
se le resalta dos facetas: La buena relación con su bisabuela, una señora semi
vegetal que está en su mecedora viéndolas venir (Adoreibol) y una pasión desmedida
en tocar como lo hacía su ídolo; Ernesto de la Cruz. Un sucedáneo de Vicente
Fernandez que es muy admirado hasta después de su muerte. El motivo de su defunción
es cremita, tendréis que ver la película. Claramente se podría añadir en el
programa “1000 maneras de morir”
Un día mientras le lustraba los zapatos a un
mariachi, este le anima a participar en la verbena del pueblo pero el miedo por
su familia a que le rebane los huevos a la altura de la nuez hace que este dubitativo.
La abuela aparece y el mariachi cobra del 46 de la señora en la frente y no volvió
a cantar una ranchera de la misma manera.
El niño descubre que en la foto que salía su
tatarabuela con su hija, su bisabuela, había un señor con la cabeza arrancada
que sujetaba la guitarra de su ídolo. ¡Su cantante favorito es su tatarabuelo! (Así,
de fácil. Caso cerrado)
Como las leyes de herencia lo amparan, entra
en el mausoleo del cantante, sin necesidad de exhumar nada (Gracias a Dios) a
por la guitarra del difunto, ya que la suya, la había clavado en el suelo la abuela como una
sombrilla nueva el primer día de playa. Esta señora avanza a pies de gigante en
la película hacia el odio que un nieto puede llegar a tener hacia un familiar.
Fue tocar un Re sostenido en la guitarra del
fiambre y los petalitos se levantaron y en ocasiones comienza a ver muertos. Como
era de esperar, se encuentra con familiares que llevaban más tiempo en la caja
que los zapatos la comunión y estos lo llevan al mundo de los muertos, a ver si
la administración puede hacer algo.
Allí hay un muertito que se ve que no tiene
los papeles en reglas y no le dejan cruzar la frontera, un tigre de bengala alado
de 8 metros que le había explotado una fábrica de faber caster, un perro callejero
que lo habían cruzado demasiado y muchos secretos más que tendréis que
descubrir por vosotros mismos.
Con todos esos ingredientes a la berza gitana, lo que esta por venir es trufita y si parpadeas te quedas cogiendo caracoles, que por cierto ya es temporada de terracita y tazoncito.
La película es una preciozura del estudio
Disney Pixar y te recomiendo con violencia y un rodillo en la mano que la veas.
Va a ser una llorera así que el rollete de papel de cocina a ladito vuestra.
Sin duda alguna, el fuerte de la
película son las canciones originales y una de ellas, “recuérdame” hace que te
sientas un miserable por no haberle dicho a ese ser querido que ya no está contigo
todo lo que lo querías en vida. La muerte no es el final, como rezan los
infantes de marina y mientras haya recuerdo, nadie se acaba yendo del todo.
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