“…maldita será la tierra, por nuestra culpa.
Porque caldos y espinos producirá para nosotros, pues de la tierra fuimos
tomados porque polvo somos y en polvo nos convertiremos”
Hola
que tal mi vástagos del bien. Siento el abandono producido hacia vuestras
personas pero las obligaciones del universitario no solo se reducen a este blog,
por desgracia. No intento escurrir el bulto. Nada más lejos que Albacete.
Ha sido
un mes duro, aunque espero triunfar en lo alto de una roca granítica con una
espada levantada y una melena inexistente ondeando al viento.
Los
estudios me ha apartados de ustedes y como el principal motivo esta puerto en
tela de juicio, hoy vengo a hablaros de las consecuencias que acarrea
enclaustrarse para un fin loable, como es el de labrarse el futuro.
La cita
bíblica inicial introduce, a groso modo, lo que pretendo transmitir.
“El día de las notas”, era, para algunos por excelencia,
el día en que los mares se abrían, la tierra se agrietaba y bolas de fuego caían
del cielo, arrasando todo aquello con lo que colisionaba. Para otros, era alto
en el camino para un merecido descanso, con un sabor, únicamente, comparable a
los cortadillos de sidra.
Era el día
en que se veía todo el trabajo realizado durante los distintos trimestres.
Algunos
lloraban de la alegría al ver que el esfuerzo merecía la pena. Otros, por el
contrario, lloraban por las consecuencias que traía su desidia prolongada durante
el espacio y tiempo.
Hay dos
tipos de personas, catalogadas en un ranking inventado y patentado por mí:
Ø Los alumnos cuyos padres recogían
las notas de sus hijos,en un día especificado, únicamente, para ellos. Por
norma siempre era un jueves a la hora del café ((A la hora los toros)
Yo, por
el contrario, partencia al otro grupo:
Ø Los alumnos que recogían las
notas, personalmente, por la mañana. Siempre eran un viernes. Desde entonces,
cuando llegaban las vacaciones de Semana Santa, comprendimos el significado del
catalogado “Viernes de Dolores”
¿Dónde radica
la diferencia de estos dos grupos?
La
diferencia más visible a primera vista
reside en el receptor del boletín,
obviamente.
Se podría
decir que es la única existente. No hace falta ser un “licenciao” para verlo a
la legua, que os ponen un 10 en religión y vais pregonando lo superdotados que
sois.
Ventajas e inconvenientes:
·
VENTAJAS de que tus padres recogieran tus notas:
1.
Si tenias dos dedos de frente y no vivías engañándote o encomendándote
al espíritu santo para que, por obra de un milagro, hiciera desaparecer 8
suspensos de ese informe, te daba tiempo en, el tiempo en que tus padres estaban
fuera, idear un plan de fuga, exiliarte a un país sin tratado de extradición o
la construcción de un bunker seguro, a salvo de las consecuencias que estaba
por venir. “ Quien siembre tormentas recoge tempestades”
2.
Iban a ser a tus padres quien le iban a poner la cara colorada sobre
tu deficiente trabajo y no a ti. Incluso poniendo en entredicho, alguna vez que
otra, la educación que recibías por su parte por algunas malas contestaciones a
algunos profesores o amenazas de muerte con arma blanca en el cuello, incluido.
3.
Ibas a ser conocedor antes que algunos de tus compañeros que habían optado
ser perteneciente del segundo grupo. Los palos cuanto antes se den, mejor.
·
INCONVENIENTES:
1.
Algunas veces no era posible abandonar el país, ya porque fueras menor
de edad para viajar solo, no tuvieras dinero suficiente para hacerlo o no tener
donde caerte muerto en caso de fugarte. También se le podía añadir que tus
conocimientos de arquitecturas eran tan escasos que solo te habían podido permitir
construir un bunker, paupérrimo, con algunas sabanas de franela y una caja de
agua “Lanjaron”. Insuficiente para sobrevivir a la onda expansiva de esa bomba
nuclear en forma de padres.
2. Eran tus padres quienes recibían los coloretes de tu maestro por tus
suspensos, pero si ellos son capaces de recordar tus travesuras cuando eras un
infante de teta, lo que han oído hace media hora no va a ser menos. Además, el
agravante está en que, mientras marchan juntos
para tu casa, a tu encuentro, hablan entre ello y el odio, la inquina y
la animadversión hacia ti se incrementa a la vez que salen trapos sucios tuyos
del pasado.
3. Cuando regresan a casa, estas
indefenso, con un billete a la Patagonia que no has podido comprar por falta de
liquidez, un bunker que se va al carajo con un soplido y con
una cara de “gatito con botas” que incita mas al linchamiento que a la ternura.
Tus padres se te echan al cuello pero no de uno en uno, no, a la vez, con saña
y tremebosía . No sabes cuál es la voz de tu padre y la de tu madre. No sabes
diferenciarla entre ese batiburrillo de rebuznos y gritos de jaguares. Tienes
una oreja para cada uno de ellos mientras te limitas a mirar al suelo, porque
poner los ojos estrábicos no te sale. La cosa se complica cuando, tu padre o tu madre, increpa a la otra parte
con una frase que cuando la oíamos, deseábamos ser topos y cavar un túnel en el
suelo y llegar hasta china y celebrar el año nuevo del mono: “PO LA CULPA LA
TIENES TÚ”.
Huye, huye porque los leones que despedazaban
a la gacela se empiezan a pelear entre ellos y eso no significa que no estén enfadados
contigo ya. Ahora , todo ser vivo que viva en esa casa se convierte en el
blanco de la ira de esos padres enemistados por el niño que yace a la deriva
del fracaso escolar.
4. Ser conocedor de las notas antes
que algunos amigos estaba bien, pero alargar la agonía una 12 horitas estaba bien.
Recuerdo que ,si las recogía el viernes, tal como llegaba del colegio el
jueves, me encerraba en mi cuarto y jugaba a la Play Station hasta que el motor oliera a quemado y el Crash Bandicoot me pidiera una bebida isotónica
y un descanso.
·
VENTAJAS de recoger las notas tu mismo.
1. Era un procedimiento quirúrgico.
Llegabas, recogías y salías.
2. Te encontrabas con compañeros
cercanos.
3. Te reías comparando los
suspensos, a ver quien había sacado más y quien menos.
4. Te despedías de los profesores
que te caían bien.
·
INCONEVNIENTES:
1. Algunas veces no eran tan quirúrgicos
los procedimientos. Te citaban a las 9 de la mañana y hasta las 12 no venia tu
tutor a entregártelas en mano.
La espera era horrible. Algunas veces,
optábamos por ir buscando a los profesores de cada asignatura e íbamos comprobando
si la teníamos aprobada o suspensa. Así ya sabíamos con que nos íbamos a
encontrar y no dejábamos lugar a las sorpresas.
2. Te encontrabas con compañeros
cercanos, lo que significaba que, hasta el último día del trimestre, te
acababan llamando la atención por alguna gamberrada en lo que duraba la espera
larga y aburrida.
3. Te reías cuando te daban las
notas con todos tus suspensos y la comparabas con tus amigos. El camino de
vuelta a casa, ya te digo yo que no te reías tanto. Además, daba la casualidad
que todos tus amigos vivían en la otra punta de la ciudad en la que vivías tú, por
tanto, las risas que ocurrían dentro del colegio no se podían alargar hasta la
casapuerta de tu casa.
En otro orden de cosas, mi madre tenía el
poder de saber en qué momentos mis dedos hacían contactos con las notas y
dejando 30 segundos de comprobación y asimilación de los suspensos, me llamaba
al móvil. No daba ni los “Buenos días”, tan solo se limitaba a preguntar: ¡¿Cuántas?!
4. Te despedías de los profesores
que te caían bien y, casualmente, eran ,también, los que te habían suspendido.
Por lo tanto, eso era uno de los momentos más tensos que un alumno podía experimentar.
Nos sentíamos Jesucristo rodeados de Judas los cuales, en algún tiempo atrás, admirábamos
y respetábamos.
CONCLUSIÓN:
Con
esto, termino mi ponencia sobre pros y contras de ese “día” que, a pesar de que
pase el tiempo, sigue siendo una parte de nuestro pasado que aun está muy
latente, por desgracia.
Revivirlo
sería, sin duda, algo prometedor para nosotros pues, de buen seguro, no cometeríamos
los mismos errores del pasado, con la experiencia que tenemos ahora.
Al mismo
tiempo expresamos un: “¡Que pereza!”,mientras resoplamos si tuviéramos que
vivirlo de nuevo.
¡PALABRA
DE DIOS!
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