Muy buenas bienmesabes ¿Qué tal?
Pero… sino es Domingo. ¿Cómo es que me digno
a escribiros un miércoles profanando así la planificación de mi agenda? Pues es
que, precisamente, este Domingo de ramos no tendré cerca un ordenador y me será
imposible cumplir con mi cita. Así que aquí os dejo el deber cumplido y ya os
lo administráis como podáis. Espero que os agrade la película que he escogido para
vosotros: “Gremlins” joyita del 84 para ver con los mas pequeños de la casa y ser testigos de como cogen el trauma. ¡Pipi en la cama hasta los 48!
La película va de un chavalín que tiene 17 años
y que trabaja en un banco actualizándole las cartillas a los viejetes del
pueblo.
Tiene una novieta con un trauma muy gordo con la navidad desde que
su padre se rompió el pescuezo intentado hacer una performance vestido de papa Noel
por la chimenea. Desde entonces, ni te felicita las fiestas ni se pone el
misterio en su casa.
Su padre, una especie de Edison frustrado con
sombrero panameño le regala para su cumpleaños un bicho adorable con la carita
de Leticia Dolera. Como es una mascota del futuro made in barrio chino, hay una
serie de normas a tener en cuenta para que subsista en el espacio y tiempo.
Tiene el gen Iniesta y no puede darle el sol
porque si no se queda en el sitio y, ala, a llorar. Además, no puedes bañarlo, por lo
que siempre huele a como cuando te tiras un peo en un coche nuevo. Por último, debe
de seguir una dieta de 0 carbohidratos a partir de las 12 de la noche sin dejar
concretizado cuando puede desayunar.
Como el chico es muy autosuficiente y se
queda con la copla con todo lo que le dicen, lo primero que hace es bañarlo como
hace mi madre con los jerséis que se compra en el Stradivarius (“Vamos a darle
un aguita que todavía huele a tienda” Hasta que no huela a Nori no es tuyo.)
Fruto de esa decisión, brotan de su cuerpo más
criaturas. Estas, a diferencia de la inicial, tienen más maldad que un niño de la
ESO con un profesor suplente un viernes a última hora.
Entonces comienzan a llorar porque tenían más
hambre que comerse un ropero a pellizcos. El chavalín piensa que un poco de
carne al toro no les hará daño y se los suelta con un mendruguito de pan duro
del día anterior. Caso error. Al día siguiente, habían formado crisálidas
putrefactas con el que hacen la mierda de las baldosas de los anuncios de
Cillit Bang. Todos menos el bichito que le había regalado el padre porque tenía
sus horas y era muy disciplinado.
A partir de aquí, los huevos eclosionan y
salen de ahí la maldad de una noche de San Juan cuando la gordita de la pandilla
esta cerca de la hoguera. Si existe un cielo y, por ende, existe un infierno,
esas criaturas son los que te ponen el collar de flores dándote la bienvenida. A
pesar de no producir bajas en toda la película (Bueno, una señora pero como es
una zorra, causa risa que se escogorcie por la ventana) me recuerdan a los
niños de mi barrio cuando les sueltas una botella de Almirante.
El prota y su novia deben de detenerlos antes
de que presenten candidatura y la gente vaya a los colegios electorales a
votar.
Te recomiendo la película porque es un compendio
de despropósitos, encabezados por criaturas del averno que, más que intenciones
psicopatológicas y antisociales, tan solo quieren ver al mundo arder entre
putadillas varias y caos desmedido. Todo eso, amenizado con una BSO que recuerda
a un cover del siglo XXI de la Danza Macabra
de Camille Saint-Saëns. Trufita sobre albaricoque.