Muy buenas, bienmesabes, ¿Qué tal?
Madre mía, la que está cayendo y todavía no
se ha llenado ni la parte olímpica de los pantanos. Yo esta noche pensaba que
el viento que Félix soplaba iba atravesar el papel de fumar que tengo por
ventana y me iba a llevar a un mundo donde las nubes son philadelfia.
La película que os traigo hoy va de una cosa
tan bonita como es la familia, salvo cuando tienes a un soplapollas como primo y
la herencia de la abuela es para el último que quede en pie en un “No way out”
La obra no es otra que “El padrino”
La película comienza con un empresario de
pompas fúnebres en un despacho contándole a otro como le partieron la boca a su
hija la noche de san Juan. Les pide que, por favor, den un sustitos a esos
traviesos chicos que jugaron al “guacamole” con la mandíbula de su niña. El
hombre acepta a cambio que el día de mañana le haga un 2X1 en corona y una
lapida que pusiera: “No me ido, me han echado”
Hay una boda celebrándose fuera de ese
despacho. Se casa la chica de la familia y todo el mundo va fino de “Tío Pepe”
y cartón Don Simón mientras cantan canciones populares italianas más allá de la
“Bella ciao” de los partisanos. Se van presentando a los personajes en un ambiente
casposo y etílico.
Hay uno que es el que lleva la voz cantante, tiene
un pronto muy malo (De soltar soplamocos que suenan como una abuela dando besos
en el cachete húmedo de un nieto gordo) y se empotra a una dama de honor en una
habitación mientras su mujer vigila a los niños en el castillo de bolas. Hay
otro que es adoptado pero es abogado y graduado con honores aunque su 5 en
derecho romano le perseguirá toda la vida. Uno que es un “pagafantas”, más
tonto que peinar globos, la chica que se casa y otro que acaba de llegar de la
instrucción de Cartagena de permiso por haber aprobado el examen de reales
ordenanzas. Este último es el protagonista.
El patriarca, el señor que se encontraba en
el despacho escuchando la historia de la chica con los dientes a la virulé, es
el jefe de una familia mafiosa de Manhattan que le gusta meter cabezas de
caballos en camas ajenas para que los que duermen en ella tenga un dulce
despertar con olor a cuadra.
Hay muchas más familias por todo estados
unidos y los domingos se reúnen para jugar a la lotería.
Una de esas familias le pide que entren en el
mundo de los porrillos, la “blanca navidad” y “las hermanas Sandra” pero se rehúsa
y a cambio obtuvo un “No pasa nada, otra vez será” en forma de siete tiros
cuando las naranjas estaban de ofertas.
Sin rencores.
El protagonista les da matarile a los que
orquestaron ese intento de asesinato contra su padre y tiene que poner tierra
de por medio, dejando a su prometida en Estados Unidos. Se va a la toscana, con
toda la pena de su corazón, y allí rehace con la facilidad pasmosa con la que
se pela una vaina de chicharo. Una pueblerina muy mona del lugar pero que tiene
menos dialogo que los figurantes de Aida.
A su hermano mayor, el colérico, lo asesina
en un peaje. Yo sabía que el precio del mismo estaba caro pero esto es un
bastinazo.
Entonces el hermano que anda haciendo
quesos tiene que volver para tomar las riendas de su familia ya que su padre todavía
se está recuperando del incidente en la frutería.
Es aquí cuando se empieza a liar la de “madre
mía, si el bautizo es el lunes, no te preocupes que la resaca solo dura el fin
de semana” Empiezan a caer todos los jefazo de las familias y puerto hurraco
parece un encuentro de juventudes cofrades.
Te recomiendo la película por múltiples razones: no solo porque es
una adaptación de la novela de Mario Puzzo por parte del gran Francis Ford Coppola, por la actuación impecable de Al Pacino, la majestuosa bestia interpretativa que es Marlon Brandon con algodones en la boca, la banda sonora... sino porque en una escena, el marido de la pequeña de la familia le pega a su
mujer y el hermano mayor va a buscarlo para explicarle que no puede ir así por la
vida. Pero de buen rollo.
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