domingo, 14 de enero de 2018

SINOPSIS COJONERAS: "¿Quien engaño a Roger Rabbit?"


Buenos días, Bienmesabes. ¿Qué tal estáis?

Feliz año lindos y lindas mías. Espero no tener ninguna baja entre mis lectores por una uva traviesa o por un garrafón infame.

Bueno, ya sé lo que queréis, queréis vuestra primera sinopsis del año y yo como soy como un mercader de la ilusión, algo parecido a la estrella de Belén, que os guía hacia el jolgorio y el disfrute os la doy. No puedo decir que no. Os tengo más consentido que un niño de teta en su cumple cuando esta malito con gripe.

La película que os traigo es una orgia entre actores de carne y hueso, personajes de Disney y de Warner Bros. El resultado es inmejorable, uno de los mejores recuerdos de mi infancia traídos de la mano de Robert Zemeckis. “¿Quién engaño a Roger Rabbit?”

La película comienza con un simpático conejo (Roger) que habla como Sigmund Freud en su fiesta de graduación del doctorado de Psicología, trabajando junto con su co protagonista Baby Sherman, un bebe con voz de Enrique san Francisco y que fuma tanto como Antonio Dechent. Estaban grabando un cartoon en que la situación parecía un sketch de Steve Urkel y Pepe Biyuela.

Debido a algún problema personal, el conejo no se concentraba en su trabajo y su papel no se lo preparaba a conciencia, habiendo pájaros donde debían de haber estrellas cuando una nevera repleta de ibéricos caía sobre su testa.

 “Joder, que salvajada” pueden que piensen algunos. Tirarle una nevera a un conejito. ¡No preocuparsus! Es un dibujo animado, se la trota. Le tiras el Everest encima y puede estar twitteando tranquilamente.

“Aquí en el trabajo. #NeveraEnElCoco #HaberEstudiao #PaQueLosNiñosSeRian”

La cuestión es que el Presidente de los estudios donde trabaja nuestra protagonista contrata al detective privado Eddy Valiant para que investigue a la mujer del conejo, ya que intuye que es la causante de que Roger este en Belén con los pastores.

El detective es una especie de falcó de Arturo Pérez Reverte pero taponcillo y alcohólico el cual está enamorado de una tabernera que le pone los White Label a ojo.
Tiene un pasado tormentoso ya que su hermano fue asesinado por un dibujito con muy malas ideas por lo que trabajar para o con  ellos le causa urticaria así como una hinchada de cojones.

Conoce a la mujer del orejotas en el club donde trabaja cantando y aquí os confieso que me cargue mí la cinta de VHS de darle tanto para adelante y para atrás en esta escena, sin saber que ese pivón seguiría saliendo con posterioridad en la película. Madre mía, madre mía.

La cuestión es que allí también se encontraba el presidente de ACME. Ya sabéis, esa empresa sucedánea de Amazon y en la cual el Coyote es cliente Premium. Este señor es el cliente más asiduo del club y tiene una relación muy estrecha con la pelirroja. Solo os digo que se oye de fondo sonidos de palmitas cuando están los dos solos en el camerino de ella. Guiño, guiño.

El detective hace fotos desde una ventana de esa bizarra escena y se las enseña al conejo, el cual se coge un pedo de Jägermeister y se va a quemar la ciudad al ritmo de “Leslie Gore-it’s my party”.

A la mañana siguiente el palmero de la pelirroja aparece asesinado en su almacén y culpan inmediatamente al conejo del homicidio. ¿Pruebas? ¿Eso qué es? ¿Se come?
El juez que levantó el cadáver y lleva el caso es Christopher Lloyd en calvo y con unas Raibans que venía de regalo con el cuponazo de la ONCE. Va vestido como los inspectores de SGAE (o al menos así me los imagino yo) y se dedica en ir por ahí juzgando con el criterio que le salía de la vena de Tello (Que va desde la polla hasta el cuello) y haciendo berzas gitanas con los dibujitos animados.

Va acompañado por un sequito de comadrejas muy oligofrénicas y que tienen antecedentes familiares cardiacos por ataque de risa sin controlar. Hay cinco tipos: La jefa, la fumadora, la sádica, el monguer y el esquizofrénico. ¡Colecciónalas!

Entonces el conejo acude a Eddy Valiant para que le ayude a probar que es inocente ya que la presunción de inocencia no había llegado todavía en esa época pero si tenían dibujos “infantiles” con tetas más grandes que cabezas de tontos.

A partir de aquí la película toma giros inesperados que te dejan el ojete con la dilatación y tamaño suficiente como para poder hacer girar un bastón.

Te la recomiendo mucho. Es una película que no te deja traumatizado pero si te despierta un libido sexual, así que si no quieres que tus hijos aprendan a cerrar un cuarto de baño con pestillo a los 8 años, muéstrales esta película a partir de los 13 para arriba. Porque verla tienen que verla. No les prives de buen cine antológico.

Resaltar el fino trazo para hacer esas curvas de escándalo de la mujer del prota. Las manos de esos dibujantes tienen que estar aseguradas sino están muertos ya. Aun así, un fuerte aplausos para esos dedos mágicos y esa imaginación que ya la querría yo cuando se cae el internet en mi casa.

Si pudiera resaltar una escena como incentivo para animaros a verla diría que hay tantas que me sería imposible decantarme por alguna de manera individual.

La canción de bienvenida a “Dibuliwood” que te hace estremecer y te incita a no cometer suicido ese día, el vinilo sencillo “el tío vivo se rompió” de un artista desconocido y la escena en que hay un duelo de piano entre el pato Lucas y el pato Donald que es catalogada como cine de autor, ya que en un momento dado dejan de batirse con la finura de las notas musicales y empiezan a darse hondonadas de hostias. Sublime, mágico, único, patos.







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