Buenos días,
Bienmesabes. ¿Qué tal estáis?
Feliz
año lindos y lindas mías. Espero no tener ninguna baja entre mis lectores
por una uva traviesa o por un garrafón infame.
Bueno,
ya sé lo que queréis, queréis vuestra primera sinopsis del año y yo como soy
como un mercader de la ilusión, algo parecido a la estrella de Belén, que os
guía hacia el jolgorio y el disfrute os la doy. No puedo decir que no. Os tengo
más consentido que un niño de teta en su cumple cuando esta malito con gripe.
La película
que os traigo es una orgia entre actores de carne y hueso, personajes de Disney y de Warner
Bros. El resultado es inmejorable, uno de los mejores recuerdos de mi infancia traídos
de la mano de Robert Zemeckis. “¿Quién engaño
a Roger Rabbit?”
La película
comienza con un simpático conejo (Roger) que habla como Sigmund Freud en su fiesta de graduación del doctorado de Psicología, trabajando junto con su co
protagonista Baby Sherman, un bebe con voz de Enrique san Francisco y que fuma
tanto como Antonio Dechent. Estaban grabando un cartoon en que la situación parecía
un sketch de Steve Urkel y Pepe Biyuela.
Debido
a algún problema personal, el conejo no se concentraba en su trabajo y su papel
no se lo preparaba a conciencia, habiendo pájaros donde debían de haber
estrellas cuando una nevera repleta de ibéricos caía sobre su testa.
“Joder, que salvajada” pueden que piensen
algunos. Tirarle una nevera a un conejito. ¡No preocuparsus! Es un dibujo
animado, se la trota. Le tiras el Everest encima y puede estar twitteando tranquilamente.
“Aquí en el trabajo. #NeveraEnElCoco #HaberEstudiao #PaQueLosNiñosSeRian”
“Aquí en el trabajo. #NeveraEnElCoco #HaberEstudiao #PaQueLosNiñosSeRian”
La cuestión
es que el Presidente de los estudios donde trabaja nuestra protagonista
contrata al detective privado Eddy Valiant para que investigue a la mujer del
conejo, ya que intuye que es la causante de que Roger este en Belén con los
pastores.
El
detective es una especie de falcó de Arturo Pérez Reverte pero taponcillo y alcohólico
el cual está enamorado de una tabernera que le pone los White Label a ojo.
Tiene
un pasado tormentoso ya que su hermano fue asesinado por un dibujito con muy
malas ideas por lo que trabajar para o con ellos le causa urticaria así como una hinchada
de cojones.
Conoce
a la mujer del orejotas en el club donde trabaja cantando y aquí os confieso
que me cargue mí la cinta de VHS de darle tanto para adelante y para atrás en
esta escena, sin saber que ese pivón seguiría saliendo con posterioridad en la película.
Madre mía, madre mía.
La cuestión
es que allí también se encontraba el presidente de ACME. Ya sabéis, esa empresa
sucedánea de Amazon y en la cual el Coyote es cliente Premium. Este señor es el
cliente más asiduo del club y tiene una relación muy estrecha con la pelirroja.
Solo os digo que se oye de fondo sonidos de palmitas cuando están los dos solos
en el camerino de ella. Guiño, guiño.
El
detective hace fotos desde una ventana de esa bizarra escena y se las enseña al
conejo, el cual se coge un pedo de Jägermeister y se va a quemar la ciudad al
ritmo de “Leslie Gore-it’s my party”.
A la
mañana siguiente el palmero de la pelirroja aparece asesinado en su almacén y
culpan inmediatamente al conejo del homicidio. ¿Pruebas? ¿Eso qué es? ¿Se come?
El juez
que levantó el cadáver y lleva el caso es Christopher Lloyd en calvo y con unas
Raibans que venía de regalo con el cuponazo de la ONCE. Va vestido como los inspectores de SGAE (o al menos así me los imagino yo) y se dedica en ir por ahí juzgando con el criterio que le salía de la
vena de Tello (Que va desde la polla hasta el cuello) y haciendo berzas gitanas
con los dibujitos animados.
Va
acompañado por un sequito de comadrejas muy oligofrénicas y que tienen
antecedentes familiares cardiacos por ataque de risa sin controlar. Hay cinco
tipos: La jefa, la fumadora, la sádica, el monguer y el esquizofrénico. ¡Colecciónalas!
Entonces
el conejo acude a Eddy Valiant para que le ayude a probar que es inocente ya
que la presunción de inocencia no había llegado todavía en esa época pero si tenían
dibujos “infantiles” con tetas más grandes que cabezas de tontos.
A
partir de aquí la película toma giros inesperados que te dejan el ojete con la dilatación
y tamaño suficiente como para poder hacer girar un bastón.
Te la
recomiendo mucho. Es una película que no te deja traumatizado pero si te
despierta un libido sexual, así que si no quieres que tus hijos aprendan a
cerrar un cuarto de baño con pestillo a los 8 años, muéstrales esta película a
partir de los 13 para arriba. Porque verla tienen que verla. No les prives de
buen cine antológico.
Resaltar
el fino trazo para hacer esas curvas de escándalo de la mujer del prota. Las
manos de esos dibujantes tienen que estar aseguradas sino están muertos ya. Aun
así, un fuerte aplausos para esos dedos mágicos y esa imaginación que ya la
querría yo cuando se cae el internet en mi casa.
Si pudiera
resaltar una escena como incentivo para animaros a verla diría que hay tantas
que me sería imposible decantarme por alguna de manera individual.
La canción
de bienvenida a “Dibuliwood” que te hace estremecer y te incita a no cometer
suicido ese día, el vinilo sencillo “el tío vivo se rompió” de un artista
desconocido y la escena en que hay un duelo de piano entre el pato Lucas y el
pato Donald que es catalogada como cine de autor, ya que en un momento dado
dejan de batirse con la finura de las notas musicales y empiezan a darse
hondonadas de hostias. Sublime, mágico, único, patos.
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