Muy buenas, bienmesabes, ¿Qué tal?
Bueno, bueno, bueno….ya empieza a hacer
calorcito por la rue y de buen seguro estaréis ya como auténticos pescaitos
fritos. Algunos tirando mas para marisco de 80,10 la pieza bogavante.
Ya huele a verano y no es para menos: Mundial
en la televisión, canciones que recordaran haber sido escuchadas con la caló,
helados, terracitas, cucarachas a mansalva por las calles. Hijas de puta.
¡Let’s vamonó!
La película empieza con un señor trabajando
en un estudio de doblaje, poniéndole voz a un canario (Ave, no “muyayo”) tenor
y a un gato gourmet en una serie de dibujos animados. Al final se despide por negarse
a seguir los guiones establecidos ya que es inconformista y le sobra el dinero
y que trabaje su mujer. No entendí muy bien esta escena ni el mensaje. “Persigue
tus sueños pero si no tienes donde caerte muerto pues rodilleras de oferta en
el Decathlon” supongo.
Entonces va a recoger a sus tres hijos al
colegio. La mayor, una especie de Elena Furiase, el mediano, un chaval que
intenta poner de manifiesto que el peinado cacerola todavía tiene futuro ya que
cuando crece lo hace con una forma muy carismática y la pequeña es Matilda pero
sin poderes impíos.
El padre los lleva a celebrar el cumpleaños
del cabeza escupidera a pesar de las negativas de la madre por no haber sacado
notas over nine thousand. El padre, básicamente, se la viene trotando y acaban
celebrando una bacanal con cypress hill, niños bailando encima de la mesa donde
se trincha el pavo el día de acción de “thank you” y una cabra que habia bebido
mucha agua.
La madre llega y se encuentra ese
tomorrowland mezclado con toques de una granja escuela psicotrópica. Enfadada
de que si ella castiga a los niños sin postre, el padre les suelte una tarrina
de helado de stracciatella por debajo la puerta envuelto como un fardo de coca,
le acaba pidiendo el divorcio de esos que pueden durar para siempre.
El juicio se celebra y la cosa queda en que
el padre solo podrá ver a sus hijos los fines de semana en que haya eclipse
lunar de día. Obviamente el hogar familiar debe de abandonarlo así que debe de
encontrar un sitio decente donde vivir y un trabajo. Por supuesto, una
asistente social con la cara de un pendrive deberá de inspeccionar que todo está
azuquita.
Consigue un piso que tan mal no estará cuando
las cucarachas tiene su nido debajo de un diccionario de la RAE (Estamos
hablando de “Buenos días/buenas tardes/buenas noches” de manera catedrática).
Empieza a trabajar en un almacén de rollo de películas de una famosa cadena
convencional americana donde su jefe es el que se vestía de abuelo Monster,
creo. ¡Todo mi dinero al abuelo Drácula!
Como no puede vivir sin ver a sus hijos ya
que son su vida y eso lo mantiene lejos del suicidio, al enterarse de que su ex
mujer está buscando canguro para cuidarlos cuando ella esté trabajando o se esté
cepillando a James Bond, decide tener la genialidad idea de travestirse de
anciana aprovechando sus dotes de interpretaciones modulares faríngeos.
Le pide a su hermano y a su pareja que la
caractericen como Richard Gere como luce actualmente en el 2018, año en el que me
encuentro escribiendo este documento. Con un gracioso acento inglés de las 5 y
media y unos tacones que desean reventar a patadas en el hígado al cabrón misógino
que los inventó, está listo para cuidar a sus retoños y bailar Aerosmith
mientras pasa la aspiradora por la que fue su casa, cobrando por ello, tócate
los cojones. ¡Chupate esa, mamá de forrest ghump!
La película es una bisisua de un transfondo dramático
como es la imposibilidad de un padre de poder estar con sus hijos y comedia
desenfrenada a manos de ese payaso entrañable de mirada triste que Hollywood nos
brindó y que la vida, con sus problemas injustos, nos arrebató; Robbin
Williams. Te fuiste demasiado pronto.
Está, como he mencionado líneas más arribas,
Pierces Brosnam que se está intentando beneficiar a la ex mujer del pavo y como
tiene el dinero por castigo apunta que va bien encaminado para el coito 007. El
prota hace las delicias del respetable puteando a ese carroñero ya sea zurrandole
naranjazos a la nuca (¡Head Shot! Musica de Skrillex de fondo) o intentándolo matar
con un besugo chernobil hasta las cejas de pimienta (¡Marchando la gamba la
jalla!)
Te recomiendo la película porque es trufita
sobre nata. Y hablando de nata, hay una escena en que pierde la máscara de octogenaria
y para que no sea descubierto en su maquiavélico plan debe de enterrar la cara
en un pastel de nata que casualmente tenía en la nevera, ¿quizás para esas
visitas que nunca iban a verlo?
No os voy a contar más porque si no la habéis
visto, ya vais tarde, lo que me hace pensar que o no teníais sintonizado el
antena 3 cuando erais chicos u os criasteis en un mundo sin videoclubs y padres
de TCM y Cine de barrio.
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