Hola, ¿qué tal, bienmesabes?
¿Cómo andáis en este primer domingo de
febrero? Maravilloso aunque algo lluvioso. Genial para quedarse en casa, fumar
en pipa y leer el despotrique semanal séptimo arte. Ya huele a Carnavales en su
pleno apogeo y el cabrón de Cupido ya esta revoloteando por ahí.
Espero que la elección de hoy este acorde a
la audiencia ya que es una obra muy presente, marca un antes y un después en mi
infancia pues de pequeño siempre quise ser policía y después de ver la película
me conformaba con llegar a municipal en Chiclana.
Se trata de
“Robocop” El policía que no tenía jurisdicción (Ni cojones) para ir a
los poblados gitanos.
La película comienza con luz, fuego, destrucción…
en un Detroit del futuro. La criminalidad está muy acentuada y es considerada
casi una FP. Las grandes empresas de seguridad están muy volcadas en la protección
ciudadana porque los policías, debido a la agresividad de los delincuentes, están
cayendo como botes de champús vacios.
Una de estas empresas propone a un robot de
seguridad para que patrulle las calles de Detroit. Era un buró de 48 metros y
con una capacidad de entendimiento solo a equiparable a mi padre cuando le
intento explicar que es normal que los universitarios salgan un jueves por la
noche aunque haya clases el viernes.
Gracias a este “gran” entendimiento, ese Bernabéu
revienta a un empleado con un calibre 50. Aunque era buena gente, nunca
entregaba los informes a tiempo y la grapadora de su mesa siempre estaba sin
grapas. Merecía morir, claramente.
El jefe de la empresa, un señor canoso y
mayorcete, le dice al que había construido el monguer de metal que estaba muy
disgustado por lo ocurrido y que si se
lo podría prestar el fin de semana porque su suegra iba a su casa a comer.
*INCISO: Me encanta la veracidad de la
escena por la parte del escroto hondureño, porque le echa una regañina de
pandereta al culpable como si solo le haya tirado el manchado encima del traje
antes de entrar a hacer una presentación power point, o obviando que tiene un
notas como un estampado veneciano encima de la maqueta del Mercadona que se inaguraba
la semana que viene.
Debido a lo ocurrido, el viejete le da el
proyecto de defensa ciudadana a Miguel Ferrer.
En la comisaria de un distrito, nos presenta
a nuestro protagonista. Un señor que le gusta darle vueltecitas a la
reglamentaria y que se apellida como el de aquella famosa ley que nos toca
tantos las pelotas.
Tiene una compañera con carita de bizcocho,
mas adorable que ver a tu bebe cagar en la trona por primera vez pero que
reparte hondonadas de hostias como si las fueran a prohibir.
La cuestión es que durante una patrulla ciudadana
siguen a unos bandidos hasta una fábrica de enaguas abandonada y allí Francisco
Ibáñez le revienta la cabeza al prota después de que 4 sádicos comprobaran si
el chaleco antibalas estaba homologado o no.
Uno le revienta un brazo. A ese le tocó pagar
la cena esa noche.
Es llevado a urgencia y después de haber
recibido más tiros que toda la familia kennedy junta, fallece. Por tanto, es
cogido para el proyecto ROBOCOP ya que necesitaba un “voluntario” que no
firmara la autorización para que se convirtiera en impresora 3D
Lo ponen de chapa y pintura hasta arriba, una
cacerola de papa con choco en la cabeza y unos andares típicos después de una course
navette. Aun así es muy efectivo y tiene una puntería mejor que Guillermo Tell en
el plató de “Salvame” ¡Donde hay cabezas el ve manzanas!
Como su aparato digestivo estaba pocho y no
era como el de los humanos se alimentaba de potitos nutriben. Sus favoritos
eran los de pollo con arroz y chicharrones con payoyo.
Su compañera, la cual había presenciado su asesinato,
lo reconoce y le dice que si se acuerda de ella. Él le dice que no y que está muy
contento con su compañía telefónica. Y se va andando sin mirar atrás como
cuando un cani te pide a las 2 de la mañana un euro.
La cafetera nespresso comienza a erradicar el
crimen en la ciudad al mismo tiempo que comienza a tener conciencia de quien había
sido antes de haberse fundido el peto de hombre bicentenario. Es aquí cuando la
película coge el giro que el espectador quiere y si parpadeas te pierdes la
trufita sobre la canela.
Gran película de finales de los 80 donde la violencia más explicita se pone
al servicio del respetable sin otro motivo que provocar una conciencia de empatía
hacia lo que puede ser el mundo, el día de mañana, si suben el precio del tabaco
a 6 euros.
Te recomiendo encarecidamente, activamente y
con violencia que veas esta película porque te dejará el corazón encogido. La
del 1987, por supuesto, que quizás si tengo algún “milleniam” entre mis
lectores puede creer que me refiero al remake que hicieron en 2014. Si piensas eso, sigue así que te va a ir
genial en la vida.
La escena en que muere Murphy, señalarla
notoriamente porque aparte de ser un espectáculo que roza el gore y el
ensañamiento y la alevosía completamente , me recuerda a una bonita costumbre
que tenemos en mi barrio cuando nos encontramos a un chaval de la cruz roja con
la carpetita azul y te para cuando llevas un día malo.
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