Bueno,
nuevamente comenzamos con los clichés a los que de Disney nos tiene
acostumbrado.
Un
reino esta de celebración porque al rey y a la reina le ha nacido una pipiola,fruto de una “guarrerida” acaecida en
los aposentos un “Sábado Sabadete”.
Invitan
a todo el pueblo, al circo de los hermano Aragón para hacer las delicias del respetable,
a los vecinos del reino de enfrente y a tres señoras hadas, las cuales cada una
va con unos colores que no sabemos muy bien si representan su ideología política
o la simpatía por equipos de segunda regional.
La Emma
Penella de color rojo, la Maria José Cantudo de Verde y la Maria del Monte de
azul.
Después
de mostrar sus respetos al rey que es clavado al vocalista de “System of Dawn”
y a su mujer, le concede una serie de dones al bebe, los cuales se profundizaran
cuando alcance una edad más adulta. Lo típico, una belleza despampanante, una
voz angelical…Para que ahora la niña salga más tonta que un “bocao” en la “pisha” y esos dones queden relevados a un segundo
lugar. A no ser que le pongan una copa C, en tal caso que vivan las “borderlines”.
Estoy
divagando, prosigamos.
La
tercera hada iba a proceder a bendecir a la criaturita del señor y entonces fue
interrumpida por una señora amante del
cuero negro, los cuervos y las entradas estelares a lo Raphael.
Sobre
su cabeza llevaba consigo la prueba fehaciente de un posible desengaño amoroso.
Debido
a que no fue invitada al bautizo de la niña o que,quizás,cabe la posibilidad de
que la invitación se extraviara por la huelga de carteros que azotaba la región
, monta en cólera y maldice a la susodicha con una maldición la cual consiste
en que, cuando cumpla los 16 años, va a ser soplar las velas, coger el vestido
de noche para irse por ahí a celebrarlo con la “Jenny”, la “Susi” y la “Estefi”,
darse cuenta de que esta “dao” de si, coger la máquina de costura para hacerle
un apaño, pincharse con la aguja y morirse para siempre .
La María
del Monte, aprovechando que no la había bendecido aun, renuncia a su deseo de
darle una busto Scarlet Johansosn para cambiar una muerte agonizante por una melopea
que dure el tiempo en que un gachón le dé un pico.
Pero el
padre no se fía mucho de las aprendices de la escuela de Juan Tamariz así que
cierra todas las mercerías, quemando las maquinas de costura y le pide a las
tres luciérnagas, además, que se lleven a su hija a un lugar seguro hasta que
cumpla la edad estipulada y pueda volver para reinar.
Pasan los
años, la chiquilla crece y la señora de la cornamenta no tiene ni zorra de
donde se ha metido porque los secuaces que tiene, lo más selecto del averno y
lo oligofrénico, han estado durante 16 años buscando única y solamente a bebés.
Escena muy recomendable de ver porque no
sabes si reír, llorar o cagarte en los muertos de la inserción social.
La
muchachita conoce a un chavalín en el bosque, mientras ella bailaba o hacia el “canelo”
con un búho travestido de caperucita roja. Suena a satánico, ¿verdad? Pues ocurrió
y nosotros lo permitimos.
Total,
la señora pariente de viki “el vikingo”, la encuentra y le da matarile. A
partir de aquí la cosa se empieza a salir de madre y como parpadees te cuelas
en los créditos. Pista. ¡Final a lo “Skirim”!
La película,
gran clásico donde los haya, tiene escenas con grandes mensajes para toda la
familia y para algunos rezagados en materia cognitiva. Si debo de resaltar algo
negativo, seria la difícil misión encomendada a tres octogenarias mágicas ya
que si no son capaces de hacer un puto pastel sin ayuda de la mágia, mal vamos
si queremos que la niña llegue viva al postre.
Aun así,
a pesar de las animadversión que me puede causar darle trabajo a animales antropomórficos
y deformes, te recomiendo la película porque en una escena, los reyes, de
diferentes reinos, brindan por las transacciones futuras y el juglar que le
sirve los “pelotazos” se coge una “papa” en el puesto de trabajo curiosa, aprovechando varios descuidos en
lo que su superior no miraba.
Sin
duda alguna, aquí podrás ver la gran generosidad del rey al descubrirlo
durmiendo la “merla” debajo de la mesa y no decirle nada. Claro que también
puede ser la magia de Disney ya que, si uno de nosotros hacemos eso en un
puesto de trabajo, bajamos rodando las escaleras para el INEM.
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