La película
trata de una chica que tras haber fallecido su padre, único vínculo con la vida
digna y la fibra óptica de pago, es esclavizada por su madrastra y por las
hijas de esta… para que hagan las labores de la casa. Es conveniente
especificar en qué consiste la esclavitud porque más de uno lo lee y ya se está
desabrochando la bragueta.
Como no
puede tener amigos humanos, ya que pasa más tiempo lavando bragas ajenas que en
crear, cuidar y mantener una cuenta en Badoo, los únicos amiguitos que tiene son los estorninos del algarrobo del patio de enfrente y los roedores de la casa,
a los que viste y alimenta como buen prototipo de esquizofrénica que es.
La
chica está loca por encontrar el amor e independizarse de ese manicomio explotador,
carente de seguridad social. Un día llega una carta pero no era la de Hogwarts.
Era algo mejor.
Resultaba
que el príncipe del reino, era un casquivano y eludía las responsabilidades, así
que el padre le organiza una encerrona que consistía en citar a todas las
mocitas casaderas del reino para que asistieran a un baile en palacio, y que ya
el principito eligiera con quien quedarse. Más o menos, la temática del baile era
la misma que en una casa de citas: Llegas, eliges y empotras.
Los
ratoncitos como eran amigos de Amancio Ortega, ya que de vez en cuando se
dejaban caer por los talleres clandestinos que tenía este en Tailandia, o algún
que otro país del tercer mundo, hablan con él y le piden si puede facilitarles algún
vestidito que estuviera fuera de temporada.
Se lo
regalan a la muchacha y la felicidad le dura un minuto, contando desde que se
abrocha la cremallera de la espalda. Las hermanastras, se lo arrancaron con las
manos a lo” Aberroncho” cuando hace
aquello de “¡Que te arrastroooo!” Más de
un enfermo echaría en falta una piscina de barro en la escena. Abierto debate.
Total,
la chiquilla se va para un olivo, que estaba fuera del cortijo donde vivía, para
colgarse ahí mismo, ya que eso que ella tenía no era vida ni era ná y para
colmo, “Pordede” se había caído esa noche.
Entonces
aparece Emma Penella, vestida de azul para
impedirlo. Como tenía el C1 de magia, le empieza a hacer unos truquillos para
animarla de su depresión suicida.
La
magia que utilizaba era magia de reciclaje por lo que se veía. Te cogía una
calabaza y el “plan renove” y te hacía
un carroza, a los ratones los convierte en pura sangre para que tiren de la cacharra,
al caballo del establo en un cochero con idiomas. Muy basto.
La
chiquilla estaba encantada con los presentes de la mujer, pero ya la cara se le
desencajó cuando le puso hora de recogida, alegando que si no estaba de vuelta
a las 12, la carroza se iba a tomar por culo y se tendría que volver a patas.
Ya hasta
aquí, como siempre, puedo escribir. Te recomiendo la película porque te puede
hacer ver que la familia que tienes no es una mierda, solo porque tu padre sea
un extraño que huele a jabón de burdel y
tu madre una borracha que te tuvo con 15 años. Podría ser peor. Te podrían obligar
a que recogieras el lavaplatos cuando estuviera limpio.
También,te la recomiendo,porque hay un gato con nombre de príncipe de las tinieblas y puedo atestiguar que el
95% de las putadas que acontecen a la chiquilla, son obra de este felino con
obesidad tipo uno y con una maldad únicamente comparable a Jorge Javier Vázquez
cuando invitan al plató del “Salvame” a Aramís Fuster.
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