"Un
cuento alemán, que mas que alemán, es cuento"
POLLONIMO
Se ve
que la economía en la casa de Hansel y Gretel tampoco estaba para comprar nocilla todas las semanas, así que la
matriarca estableciendo una solución a la precariedad económica que atravesaba
la familia, propone, así, como el que no quiere la cosa, abandonar a los niños
en el bosque. Ahí lo dice, ahí lo deja.¡MADRE DEL PUTO AÑO! No se pudieron dejar la pishita y el chochete tranquilo, no.
El padre estalla en cólera:
-¡Oh, mujer!,
¡¿Cómo se te ocurre?!. Eso es ruin, de malnacido y…
-¿Entonces
qué hacemos?
-Pues abandonarlos
pero piensa en lo que te dicho, mujer.
A la
mañana siguiente, dejaron a los niños a
tomar por culo de donde vivía.
Comenzó
a hacerse de noche y los chicos empezaron a tener la mosca detrás la oreja.
-Gretel,
no me hagas caso, pero creo que al final no…no vamos a “Isla mágica” ¿eh?-Añadió
Hansel.
Y así pasaron
la noche, a la intemperie, hambrientos y con el gozo en un pozo de ver que no
iban a poder montarse en el “jaguar” ni en el “anaconda”
A la
mañana siguiente, despertaron y vieron a lo lejos lo que parecía ser una casa.
Fueron hacia ella y al divisarla, más de cerca, comprobaron que estaba tapiada
de arriba abajo a base de mazapanes, polvorones y alfajores de medina, entre
otros materiales de bollería pueblera.
Llamaron
a la casa y no parecía haber nadie. Dentro de la casa, sonaban “Los panchos” y podría
hacer pensar que pudiera haber alguien en ella. Llamaron a la puerta pero nadie abrió. Los niños le metieron un
viaje a las columnas de “Toblerones” que por poco se derrumba la casa. Hundieron
sus cabecitas en el pladur de galletas y la sacaron por la parte interior de la
casa. Ahí la cosa se descontrolo un poco. Esos niños devoraban una media de
cinco bloques por minuto. Si acaso hubieran echado en falta un Fanta para poder
echar, todo lo que comían, para abajo.
Alguien
salió de la casa. Una señora, octogenaria, 1,88, túnica magenta con capucha en
la cabeza, sendas coletas blancas y la cara, como se dice en mi tierra, “Desencajá”.
La
mujer cuando vio el estropicio, raro fue que no llamara a la policía por vandalismo
por parte de esos jóvenes famélicos y, lo segundo, más raro si cabe, es que los
invitara, encima, a comer. ¡Pero señora,
si le han dejado la casa que ya no es ni casa, es un porche!
Les ofrece,
para el colmo de la hospitalidad, unas
camas para dormir esa siesta que apetece después de comer. Los niños, algo
apurados, les daba reparo quedarse allí, pero después recordaron que en casa no les habían puesto hora
de regreso, así que aceptaron la propuesta de la señora.
Se ve
que echaron todo el día, porque la cosa se empezó a salir de madre a la madrugada.
La
señora era una bruja, licenciada y con estudios, que no había comido un niño
desde que Franco era corneta. Al ver que tenia, no a uno sino a dos, alojados
en su casa, tuvo que sacar y desempolvar la Olla grande “BOSH” de familia.
Los
niños se dieron cuenta e intentaron huir, pero imposible era algo fácil de pronunciar
para poder escapar de ese bunker. Pero vamos a ver, si habéis atravesado las paredes con la cabeza antes, jibias, que
sois unos jibias ¿Ahora no podéis pegarle unja patada a la ventana y salir?
No, si
cuando uno no tiene hambre se aburguesa y “pasapalabra”. En “ supervivientes”
os tendría que ver yo, mequetrefes.
La
bruja los atrapa y al niño, lo mete en una jaula y lo ceba, aun más si cabe, y
a la niña la pone de chacha sin contrato y sin alta en la seguridad social. Más
maldad no se puede tener. Ósea, negrera, caníbal y explotadora infantil. Lo
tienes todo Gertrudis. Que joya se ha
perdido el programa de Juan y medio contigo
Pasaron
unas pocas de semana, y el niño estaba como Falete en un Foxter Hollywood con
dos carnets de la UCA.
Gretel había
pasado de simple chacha a camarera de piso, que es lo mismo pero con más caché.
Libraba una hora al día y fue elegida presidenta de CC.OO.
La
bruja se había dejado la pensión de un mes alimentando a ese pozo sin fondo. El
bolsillo iba a gradecer el banquete que aun estaba por venir y quién sabe, iba
a estar tan contenta que a lo mejor invitaba a Gretel a cenar, pero todo se vería.
Hansel,
aprovechando de las dioptrías y astigmatismo que la bruja tenía en ambos ojos,
le mostraba un hueso de codorniz cuando esta le pedía un dedo para tocar lo
tierno que estaba.
Chasco
tras chasco, la bruja pensó que este niño tenía hipertiroidismo o desnutrición irreversible.
Por su
parte, el niño cada noche ingeniaba un plan de huida con los útiles que su
hermana, en un despiste de la bruja, le paso por debajo de la celda.
Una
noche, que caía una moja curiosa, la bruja renunció al ayuno y opto por comerse
al niño, estuviera como estuviera. Mientras obligaba a Gretel a preparar el
sofrito para el hermano, la bruja dejo de ver a su criada como tal y comenzó a
visualizarla con unas papitas aliñas alrededor de sus bracitos.
-¡AL
CARAJO LA DIETA!- añadió la bruja, mientras levantaba a Gretel con ambas manos.
Instante
trágico. Aparece el hermano y se bate en duelo con ese ser del averno,
corrompido por la hambruna. El chico le hace un rejoneo y la bruja se acaba
colando, ella solita, en el horno. Seguidamente, la puerta se cierra y “APARCAO”
Ambos
hermanos salen de lugar, no sin antes ataviarse con el patrimonio que la bruja
guardaba debajo del colchón. Llaman a Radio-cisne y pusieron rumbo a su casa.
Los
padres, viendo cual extensos tesoros traían sus hijos brazo el brazo, imploraron
su perdón, pero ya era demasiado tarde, por ellos ya habían comprendido que en
sus corazones no había amor y como castigo, los convirtieron en horrible bestias
y lanzaron un hecho al castillo y sobre todos los que allí Vivian.
MORALEJA:
Mezclar finales de cuentos con principios de películas,mola.
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